Los recuerdos de la infancia son indisociables de la cocina de la madre. En este libro la autora recoge platos de toda la vida, aquellos que sus hijos se encontraban en la mesa cuando llegaban del colegio, o esos otros más especiales que preparaba los domingos. 
 
Las cocas, los pies de cerdo, el conejo con caracoles, el «trinxat de la Cerdanya», las sopas, los arroces..., todos ellos forman parte de este libro, que es mucho más que una recopilación de recetas, es una forma de entender la cocina y de amar la comida.
 
* * *
 
«Cuando me casé no tenía idea de lo que era freír un huevo. De hecho, a nuestro retorno del viaje de novios, cuando realmente me vi obligada a entrar en la cocina y ponerme el delantal, lo pasé bastante mal. Solo sabía hacer filete de ternera y patatas fritas. Quizá estuve haciendo lo mismo durante toda la semana. Mi ya marido no osaba a decirme nada y llegó el día que me sugirió que comprara un libro de cocina. Rápidamente cogí la sugerencia i lo compré. Entonces, entre el libro por un lado, mi suegra por el otro y mi madre por el del centro, fui descubriendo los placeres de la cocina y la satisfacción de recibir las felicitaciones de mi marido en cada plato que le ponía en la mesa. Bien pronto empecé a ser la cocinera de la familia cuando nos reuníamos todos, y siempre acababa la fiesta con felicitaciones y aplausos para la cocinera».
 
* * *
 
Pilar Carrión Escribano
Mis orígenes son de Castilla la Mancha, concretamente de Carcelén (Albacete), y allí aprendí la cocina de mi madre. En Ayora (Valencia), viví 10 años y, por cierto, allí conocí el amor de mi vida. De esta tierra aporto los arroces. Catalunya, mi apreciada y querida Catalunya, es la tierra de mi marido, la tierra que ha visto nacer mis dos hijos y mis cuatro nietos. De la tierra que me lo ha dado todo aporto la sabiduría de mi suegra, que es la que realmente me enseñó a cocinar con cariño y ternura.